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El tratamiento del dolor en el paciente con cáncer depende de una valoración global en la que debemos incluir la etiología, la relación entre entre la dolor y la enfermedad, el impacto sobre la calidad de vida del paciente, siendo básica la subjetividad del individuo. El paciente puede informarmos sobre la localización del dolor, tipo y evolución, factores desencadenantes o aliviadores, grado, etc. En un 75% de los casos el dolor en el paciente oncológico está relacionado con la neoplasia misma (por invasión ósea, de articulaciones, músculos, nervios, …), en otros está causado por el tratamiento o por alteraciones no relacionadas ni con el cáncer ni con su tratamiento. El tratamiento del dolor debe basarse en primer lugar en su etiología. Seleccionando en ocasiones la radioterapia o quimioterapia paliativa como analgésicos. La farmacoterapia en el dolor asociado al cáncer se basa en los opiáceos. En el dolor moderado-grave deben administrarse los opiáceos de forma rutinaria. Cada paciente responde de manera distinta a los diferentes opiáceos, por lo tanto, si se requiere, deben probarse de forma rotatoria los distintos fármacos para encontrar el más favorable en cuanto a riesgo-beneficio en cada paciente. En el tratamiento crónico la vía oral es efectiva y aceptable para la mayoría de pacientes, aunque en algunos casos pueden ser útiles otras vías alternativas, como la transdérmica (parches de fentanilo). La morfina de liberación retardada es útil para muchos pacientes, siendo una formulación asociada a menos constipación que otras. Los opioides también pueden administrarse a través de una bomba de infusión contínua, con o sin bolus. En algunos casos pueden administrarse opiáceos por vía espinal, a través de infusiones intratecal o epidural. La dosificación de los opiáceos se basa en un régimen regular fijo asociado a dosis de rescate según necesidad. La dosis inicial varia de un individuo a otro y según su situación clínica, siendo lo más habitual lo equivalente a 5-10 mg de morfina cada 4 horas (vía parenteral), si no ha habido exposición previa a mórficos. La clave principal de la terapia opioide es la individualización de la dosis en base a la respuesta. No existe una dosis máxima para los agonistas puros. Loa analgésicos no opiáceos como el paracetamol o los AINEs producen un efecto analgésico adyuvante a los opiáceos. Su uso se ve limitado por sus efectos adversos, sobretodo gastrointestinales y renales. Otros fármacos utilizados como adyuvantes a la analgesia con opiáceos son los corticoides y los antidepresivos, anticonvulsivantes, anestésicos locales,...
Palabras claves:
  • RIESGOS
  • OPIACEOS
  • OPIOIDES
  • EFECTOS-ADVERSOS
  • CORTICOIDES
  • DOSIS
  • ANTICONVULSIVANTES
  • PARACETAMOL
  • AINES
  • ANTIDEPRESIVOS
  • ASOCIACIONES

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