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Las vacunas se pueden considerar como uno de los 10 logros más importantes para la salud pública del siglo pasado, y el principal a la hora de hablar de disminución de la mortalidad y morbilidad global, siendo tétanos, sarampión y tosferina las principales enfermedades prevenibles. Las vacunas pediátricas han tenido más impacto en el aumento de la supervivencia global de niños que ninguna otra maniobra, pudiendo cifrarse en 3 millones de vidas pediátricas salvadas anualmente. Aún así, las enfermedades prevenibles mediante vacunas siguen siendo importantes causas de morbi/mortalidad en numerosas zonas del mundo. En adultos, sus ventajas se traducen en más de 30.000 vidas salvadas anualmente. Todas las vacunas tienen algún riesgo de reacciones adversas, la mayoría de las cuales son menores, que se pueden presentar en el 50% de los vacunados, y relacionadas con dolor, eritema o inflamación en el lugar de la infección. Síntomas sistémicos, como fiebre, dolor de cabeza, irritabilidad o disminución de actividad son menos comunes. La frecuencia de estas reacciones es diferente para cada vacuna. Las reacciones graves, como convulsiones o reacciones alérgicas presentan una frecuencia que varían entre un caso cada miles o millones de dosis administradas. Estos riesgos están totalmente ponderados con los beneficios en la población general. Aunque el grado de vacunación sigue siendo muy alto, en los últimos años han surgido algunas corrientes que presentan reticencias a la hora de utilizar vacunas, lo que especialmente se pone de manifiesto en el caso de la vacunación de adultos. Esto se debe la falsa percepción de seguridad ante las enfermedades que se previenen por las vacunas, por su baja incidencia en las sociedades occidentales. Aún así, hay que tener en cuenta que, en ausencia de los programas de vacunación, las enfermedades que previenen, probablemente se reestablecerían rápidamente. También hay que tener en cuenta que vivimos en una era de gran movilidad de la población, con lo que se pueden adquirir estas enfermedades en países de mayor incidencia de dichas enfermedades. Otra concepto erróneo es que determinadas vacunas, o todas en general, pueden provocar reacciones adversas inaceptables. Este es el caso de la asociación entre diabetes y vacunación, o asociación entre vacuna de sarampión y autismo, las cuales son anecdóticas, y no han podido ser confirmadas por ningún estudio. También han aumentado estos miedos algunos cambios que se han tenido que realizar en algunas recomendaciones de las vacunas, como la eliminación de timerosal como conservante de las vacunas, o la retirada de la vacuna del rotavirus. En respuesta a todo esto, el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias Americana ha realizado una serie de informes, que no han apoyado las hipótesis de que las vacunas se asocian a esclerosis múltiple, desordenes del desarrollo neurológico o problemas inmunológicos. Estos informes no han dejado ninguna duda en torno a la seguridad de las vacunas. PALABRAS CLAVE: