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Todos los lactantes lloran, pero algunos más y durante más tiempo, hasta el punto de inquietar a los padres. Entre 1 y 3 meses, los lactantes suelen llorar por la tarde o noche. De 3 a 5 horas es cosa normal. Durante las seis primeras semanas los gritos aumentan, después disminuyen hasta el 3º mes en que quedan reducidos a una hora, por término medio. Los bebés ""chillones"" - cerca de 1/4 de los niños de esta edad - lloran más de 3 días a la semana entre 3 y 5 horas. Aparentemente no existe ninguna razón que pueda explicar estos gritos. Rasgo característico: muchas veces se dan problemas a la hora de la mamada o del biberón, pero no son la causa del llanto. No existe ninguna diferencia entre niños alimentados con pecho o con biberón. Las hinchazones o ""cólicos de los tres primeros meses"" no son la causa de los gritos, sino la consecuencia, porque los niños tragan mucho aire. El origen hay que buscarlo en una perturbación precoz de la relación padres-hijo. En efecto, al venir al mundo, los bebés no son capaces de autoregular su comportamiento. Los bebés ""chillones"" son más fácilmente y más fuertemente irritables y no saben protegerse de las influencias del entorno. En cuanto a los padres, los gritos continuos les provocan desespero, decepción y confusión y están crónicamente agotados. Las argucias para impedir que el bebé llore (dar un paseo en coche, poner la cunita encima de la lavadora, darle el pecho o el biberón para calmarlo) no permiten establecer una auténtica interacción entre madre e hijo. Para ayudar a los padres y al niño ante todo hay que descartar cualquier enfermedad grave. A continuación, se propone a los padres una consulta psicoterapéutica en el cuadro de un tratamiento centrado en el cuerpo. Este tratamiento tiene por objeto mejorar la interacción entre padres e hijo. El tratamiento incluye también métodos para dominar el estrés con ayuda de ejercicios de relajación, de ejercicios de percepción corporal y de masajes del bebé. Así se debe estimular la autoregulación del bebé y descargar el estrés que sufren los padres y el niño.
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