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Los ataques agudos de gota, pseudogota y la periartritis calcificante son muy dolorosas, incapacitantes y estresantes. Los tratamientos habituales incluyen colchicina, AINEs y corticoides. Debe iniciarse el tratamiento lo antes posible para mejorar el cuadro. El tratamiento del ataque agudo de gota ha sido tradicionalmente la colchicina aunque su uso ha disminuido en los últimos años debido a su lento inicio de acción y su reducción de la eficacia cuando se utiliza 24 horas después del inicio del ataque. Ahora se reserva la colchicina para pacientes sin insuficiencia renal, hepática o medular en los que los AINEs (que son más efectivos) están contraindicados o son mal tolerados. También se han utilizado corticoides tanto por vía oral como parenteral o intraarticular han demostrado ser efectivos en el tratamiento de los pacientes con sinovitis aguda y es el tratamiento de reserva en caso de que los AINEs o la colchicina estén contraindicados. El tratamiento de elección son los AINEs (no ácido acetilsalicílico). Son bien tolerados. Los AINEs más utilizados en estas patologías son: indometacina (150-200 mg/día), naproxeno (1000 mg/día) o diclofenaco (150 mg/día). Los tratamientos suelen ser de corta duración y por tanto, la aparición de efectos adversos graves (como sangrado gastrointestinal) no suele ser común. Su mecanismo antiinflamatorio se basa en la inhibición de la ciclooxigenasa (COX) que existe en dos isoformas: COX-1 y COX-2. La COX-2 parece ser la implicada en el efecto antiinflamatorio. El efecto farmacológico de los AINEs tiene que ver con la COX-2 mientras que la toxicidad gastrointestinal tiene que ver con la inhibición de la COX-1. Ha aparecido un nuevo grupo terapéutico que inhibe selectivamente la COX-2 con lo que parece que reduce la toxicidad gastrointestinal en un 50% aproximadamente. En este grupo se encuentran el celecoxib, rofecoxib, valdecoxib y etoricoxib. Un ensayo clínico reciente que comparaba el etoricoxib frente a la indometacina se demostró una eficacia similar con ambos fármacos y una incidencia de efectos adversos menor con el etoricoxib. Estas ventajas deben comprobarse en nuevos estudios. Pero pueden ya ser una alternativa útil en pacientes que son intolerantes a los AINEs.