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La medicación de pacientes con insuficiencia cardiaca con betabloqueantes, considerada peligrosa para los pacientes hace menos de tres décadas, es considerada hoy en día un tratamiento de primera línea, puesto que ha demostrado reducir la mortalidad en este grupo de pacientes. En los estadios iniciales de la insuficiencia cardiaca se produce una disminución de la perfusión de órganos periféricos lo que dispara una respuesta caracterizada principalmente por la liberación de noradrenalina. Esta liberación estimula la contracción ventricular y aumenta la resistencia vascular. Con ello, en una primera fase, se produce una compensación del gasto cardiaco y la presión arterial. A largo plazo, el aumento sostenido del gasto cardiaco y la frecuencia cardiaca aumenta la demanda miocárdica de oxígeno, conduciendo a isquemia y estrés oxidativo. Además, la vasoconstricción periférica aumenta la precarga y la postcarga, lo que unido a los efectos anteriormente descritos da lugar a un corazón remodelado, dilatado y menos contráctil. A este hecho hay que unir que la norepinefrina disminuye de forma crónica los receptores ß1 y desacopla el mensaje de los ß2, de modo que a largo plazo el miocardio no responde a la hormona y disminuye la respuesta contráctil. La administración aguda de betabloqueantes disminuye el índice cardiaco y la presión arterial, pero a largo plazo aumentan el índice cardiaco, la fracción de eyección y disminuye la presión diastólica final de ventrículo izquierdo. Con ello invierten el proceso de remodelado ventricular, diminuyendo la masa y el volumen del ventrículo izquierdo, con mejoría hemodinámica. Así mismo se produce una regulación de la frecuencia cardiaca y disminución de las arritmias. Los betabloqueantes se han evaluado en numerosos ensayos clínicos sobre insuficiencia cardiaca, y se han publicado cinco metaanálisis en este sentido, conduciendo todos a la conclusión de que el uso de betabloqueantes se asocia a un 30% de reducción de la mortalidad y a un 40% de reducción en hospitalización de pacientes con insuficiencia cardiaca. En estos estudios el número de pacientes que se deben tratar para evitar una muerte es de 26, y para salvar una hospitalización, 25. Por todo ello, todos los pacientes con insuficiencia cardiaca por disfunción sistólica se benefician del tratamiento con betabloqueantes. En los últimos años se han llevado a cabo numerosos estudios con la segunda y tercera generación de betabloqueantes (metoprolol, bisoprolol y carvedilol), sobre todas las poblaciones de insuficiencia cardíaca, desde asintomáticos con disfunción ventricular izquierda hasta grado funcional IV. En todos los casos se han objetivado mejoras significativas en cuanto a hospitalización y/o mortalidad.
Palabras claves:
  • BETABLOQUEANTES
  • METOPROLOL
  • INSUFICIENCIA CARDIA
  • BISOPROLOL
  • CARVEDILOL

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