DICAF

En la actualidad, la lepra es considerada como una enfermedad poco transmisible (resistencia natural en el 95 % de la población), fácilmente diagnosticable, curable y de buen pronóstico si se realiza un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado. La capacidad de contagio de los enfermos desaparece a las pocas semanas de iniciado el tratamiento permitiéndoles realizar una vida normal dentro de la comunidad. Esta enfermedad presenta una elevada complejidad existiendo una gran variabilidad en cuanto a sus formas y cuadros clínicos. Su elevada prevalencia en ciertos países subdesarrollados (Brasil, India, etc.), complica su erradicación a nivel mundial debido a las dificultades técnicas y económicas de estos países. La variabilidad en las pautas de tratamiento, así como en su duración, se podrían justificar por la complejidad de la enfermedad y por las diferencias económicas entre los países. La OMS recomienda la administración de rifampicina y clofazimina de forma mensual ya que estas pautas han mostrado ser eficaces y relativamente económicas permitiendo a los países subdesarrollados hacerse cargo de estos tratamientos. En los países subdesarrollados las pautas recomendadas de estos fármacos son diarias ya que han mostrado ser más efectivas, sin mostrar una mayor aparición de efectos adversos, y han generado una importante disminución en la duración de los tratamientos. Para la lepra multibacilar se establece que con estas pautas la duración del tratamiento debe ser de un año frente a los 24 meses de duración para las pautas recomendadas por la OMS, aunque en las última recomendaciones realizadas por el Comité de Expertos de lepra (junio 1997), ya se acepta la reducción del tratamiento para la lepra multibacilar a 12 meses. Parece claro que en función del área geográfica en la que se encuentre el enfermo de lepra recibirá un tipo de tratamiento y una serie de atenciones diversas, las cuales contribuirán al futuro devenir de la enfermedad y a la integración del paciente en la comunidad.