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La dermatitis atópica es una alteración cutánea común, difícil de tratar, que aparece normalmente durante la infancia, y que en el 60% de los casos persiste en la edad adulta como dermatitis de las manos. Las recomendaciones generales incluyen utilizar sustitutos de los jabones, emolientes después del baño- la vaselina es el de elección -, y evitar los irritantes (detergentes, disolventes, lana y lanolina). También se debe disminuir la exposición a alergenos, como el polvo doméstico. Los corticoides tópicos son el arma básica en el tratamiento de la dermatitis atópica; pueden utilizarse con antibióticos tópicos (mupirocina) y emolientes. Algunos pacientes precisan preparados tópicos con coaltar. Si no responden al tratamiento tópico, la fototerapia es una buena alternativa. Se recomienda la combinación de radiaciones UVA y UVB. En casos graves, o para disminuir la dosis de corticoides orales resulta útil asociar la fototerapia con UVA a psoralenos, aunque existe el riesgo de desarrollar lesiones cutáneas malignas Con frecuencia se produce colonización o infección estafilocócica y deben administrarse antibióticos por vía oral. Los antihistamínicos orales pueden disminuir el prurito, aunque su papel es limitado, pueden usarse antihistáminicos por vía tópica, pero pueden provocar dermatitis alérgica de contacto. En brotes agudos los corticoides orales son muy efectivos, pero se recomienda no administar más de 1 o 2 ciclos/año, por su elevada toxicidad. En casos rebeldes, los inmunosupresores son la mejor alternativa: por vía oral, ciclosporina (5 mg/Kg/día durante 6 semanas, con riesgo de hipertensión e insuficiencia renal) o azatioprina (de acción más lenta). Por vía tópica, el tacrolimus es efectivo, pero produce sensación de quemadura en la piel.