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La Enfermedad de Parkinson es un síndrome clínico caracterizado por la existencia de temblor de reposo, bradicinesia y rigidez y cuyo diagnóstico es esencialmente clínico. No existe en la actualidad ninguna prueba de imagen o de laboratorio capaz de diagnosticar con certeza la enfermedad. Existen multitud de teorías sobre la etiopatogenia del Parkinson, así como multitud de agentes capaces de causar parkinsonismo secundario. Entre éstos destacamos algunos fármacos como neurolépticos (antipsicóticos, antieméticos), reserpina, tetrabenazina, alfa metildopa, litio, flunaricina y cinaricina. Otras causas de parkinsonismo secundario son virus, toxinas, traumatismos craneoencefálicos, enfermedad cerebrovascular, etc. La alteración bioquímica básica es una disminución de los niveles de dopamina en el cuerpo estriado. Esto conlleva un aumento relativo de acetilcolina. Ambos eventos son los responsables de los síntomas de la enfermedad. La eficacia del tratamiento farmacológico es limitada, ya que tiene una efectividad limitada en el tiempo, agotándose su efecto. No existe consenso sobre el manejo del Parkinson. Uno de los puntos más controvertidos es cuándo empezar a usar levodopa. Algunos autores proponen utilizarla asociada a agonistas dopaminérgicos, ya que parece que disminuyen así sus efectos secundarios. Un esquema válido podría ser el siguiente: En fases iniciales de la enfermedad puede utilizarse la selegilina, con la esperanza de retrasar la utilización de levodopa. Una vez que los síntomas requieren más tratamiento, puede añadirse amantadina o anticolinérgicos cuando los síntomas son leves, pero introducir la levodopa cuando exista la primera evidencia de discapacidad. Si se precisa más medicación puede añadirse un agonista dopaminérgico.
Palabras claves:
  • AGONISTAS
  • AMANTADINA
  • ANTICOLINERGICOS
  • CAUSAS
  • DOPAMINERGICOS
  • SELEGILINA
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