Romosozumab para el tratamiento de la osteoporosis. La terapia con el agente inhibidor de la esclerostina se asocia con aumento de la densidad mineral ósea, reducción de la resorción ósea y con un menor riesgo de fractura vertebral que el placebo. Volver a Dicaf

La esteoporosis se caracteriza por la presencia de una baja densidad ósea y deterioro de la microarquitectura del tejido, predisponiendo al organismo a un mayor riesgo de fractura por fragilidad.

La vía de señalización WNT es el mecanismo clave que participa en la regulación del proceso de modelación ósea en el que participan los osteoblastos, determinando tanto la proliferación de estas células, como su desaparición (apoptosis) o diferenciación a su forma madura de osteocito. La esclerostina es una glucoproteina producida por los osteocitos que actúa como factor regulador negativo de la señalización WNT para compensar el exceso de formación de hueso. La deficiencia en esclerostina causa condiciones genéticas raras que se caracterizan por la formación de una elevada masa ósea y la resistencia a la fractura. Esta observación se convirtió a la proteína en una diana terapéutica de interés para el tratamiento de la osteoporosis.

Romosozumab es un anticuerpo monoclonal que se une a esclerostina e inhibe su función, con el doble efecto de un aumento en la formación de hueso y una disminución de la resorción ósea. En un ensayo de fase 2 que contó con la participación de las mujeres posmenopáusicas con baja masa ósea, el tratamiento con romosozumab a un año (210mg, de administración subcutánea mensual) aumentó significativamente la densidad mineral ósea, con aumentos en los niveles de los marcadores de la formación de hueso en los primeros 6 a 9 meses de tratamiento y una reducción sostenida en los niveles de los marcadores de resorción ósea. Sobre la base de estos resultados, se realizó un ensayo de fase 3 que evaluó los efectos a un año de tratamiento con romosozumab sobre el riesgo de fracturas en mujeres posmenopáusica con osteoporosis.

En este último trabajo, y dada la evidencia de que la densidad mineral ósea se mantiene o potencialmente aumenta después de la transición de un tratamiento con agentes formadores de uso a un tratamiento con un agente antirresortivo, también se evaluó la continuación de la terapia con denosumab como tratamiento secuencial para la osteoporosis. En el ensayo participaron 7.180 mujeres posmenopáusicas de entre 55 y 90 años de edad. Las pacientes fueron asignadas aleatoriamente a recibir inyecciones subcutáneas mensuales de romosozumab (210mg) o placebo durante 12 meses; a partir de entonces, los pacientes en cada grupo recibieron denosumab durante 12 meses más, a una dosis de 60mg, por vía subcutánea cada 6 meses. Los puntos finales fueron las incidencias acumuladas de nuevas fracturas vertebrales en los meses 12 y 24.

En el primer año, el riesgo de nueva fractura vertebral fue un 73% menor en el grupo romosozumab respecto del riesgo observado con placebo (16 fracturas en 3.321 pacientes vs 59 fracturas en 3.322 pacientes). Además este efecto beneficioso de romosozumab fue rápido: sólo 2 de las 16 fracturas totales ocurridas en este grupo tuvieron ligar en los segundos 6 meses de tratamiento. Romosozumab también se asoció con un riesgo de fractura clínica no vertebral un 36% inferior que el mismo riesgo en el grupo placebo con 58 fracturas de 3.589 pacientes en el grupo romosozumab frente a los 90 de 3.591 pacientes en el grupo placebo. La incidencia acumulada a los 24 meses de nuevas fracturas vertebrales fue también menor en un 75% en el grupo que había recibido romosozumab durante el primer año (21 fracturas de 3.325 pacientes) que en el grupo que había recibido placebo (84 fracturas de 3.327pacientes). No hubo diferencia significativa entre los dos grupos en el riesgo de fractura no vertebral a los 24 meses.

Dado que las fracturas vertebrales y clínicas se asocian con un aumento de la morbilidad y considerables costos derivados de atención de salud necesaria, disponer de un tratamiento que permita reducir este riesgo con eficacia y rapidez podría ofrecer importantes beneficios, tanto para las pacientes como para las administraciones.



N Engl J Med 2016; 375: 1532-1543
N Engl J Med 2014; 370: 412-420