La vejiga es un órgano hueco situado en la parte inferior del abdomen, con forma de pequeño globo y una pared muscular que le permite agrandarse o encogerse en función de las necesidades de almacenamiento de la orina que recoge de los riñones y retiene hasta el momento de ser expulsada del organismo.
En países como los Estados Unidos, el cáncer de vejiga ocupa el 5 lugar entre los tipos de cáncer más comunes con 20,3 nuevos casos por cada 100.00 habitantes cada año, lo que representa el 4,5% de todos los nuevos casos de cáncer que ocurren en este país.
Más del 70% de los casos de cáncer vejiga se dan en personas de edad avanzada (65 años o más), y los fumadores presentan 4 veces más probabilidad de desarrollarlo. Otros factores que exponen a un mayor riesgo son: antecedentes familiares; alteraciones genéticas; haber recibido tratamiento con radioterapia dirigida a la pelvis; uso de determinados medicamentos contra el cáncer, como la ciclofosfamida o la ifosfamida; tomar agua con altas concentraciones de arsénico o cloro; haber estado expuesto a un entorno laboral con contaminantes procedentes de pinturas, tintes, metales o derivados del petróleo; o presentar antecedentes de infecciones de vejiga, como las producidas por Schistosoma haematobium.
Sangre en la orina, micción frecuente, dolor al miccionar o dolor en la parte baja de la espalda son los principales síntomas que presenta el paciente afectado. Entre ellos, el más común es la hematuria (sangre en la orina) que puede presentarse en forma de sangre visible, presencia de pequeños coágulos, o variación del color de la orina desde el rosa pálido hasta el rojo más intenso. En ocasiones puede haber intervalos en los que la orina se muestra clara durante semanas o meses antes de que vuelva aparecer sangre. En otros casos la presencia de sangre en la orina es tan sutil que no se aprecia a simple vista y sólo puede ser confirmado mediante un análisis de orina y examen microscópico. La hematuria debe ser siempre causa de preocupación y requiere un examen de diagnóstico a fondo, a menos que exista una explicación clara, como infección del tracto urinario o litiasis.
Cuando el cáncer afecta de forma limitada al revestimiento interno de de la vejiga se denomina cáncer de vejiga superficial, y cuando existe diseminación a través del revestimiento de la vejiga, invadiendo la pared muscular de la vejiga o que se disemina a órganos cercanos y ganglios linfáticos se conoce como cáncer de vejiga invasivo. En función del tipo de células en las que se ha iniciado la malignidad se distingue entre: carcinoma de células de transición, cuando el cáncer comienza en células de la capa de tejido más interna de la vejiga. La mayor parte de los cánceres de vejiga comienzan en las células de transición. El carcinoma de células de transición puede ser de grado bajo (con alta frecuencia de recidiva pero raras veces se disemina a la capa muscular o a otras zonas del cuerpo) o de grado (también con alta frecuencia de recidiva pero en este caso con alta tendencia a invadir la capa muscular, ganglios linfáticos y otras partes el cuerpo). Casi todas las muertes por cáncer de vejiga se deben a enfermedad de grado alto; carcinoma de células escamosas, con inicio en las células escamosas, que son células delgadas y aplanadas que pueden formarse en la vejiga después de una infección o irritación prolongada; adenocarcinoma, cáncer que comienza en las células glandulares (de secreción) que están en el revestimiento de la vejiga. Este es un tipo poco común de cáncer de vejiga.
El cáncer de vejiga a menudo se diagnostica en una etapa temprana, cuando el cáncer es más fácil de tratar. Si el cáncer no ha invadido las capas musculares de la pared de la vejiga, puede ser tratado mediante la eliminación del tumor desde el interior de la vejiga por medio de cistoscopia, seguido de un tratamiento de quimioterapia o inmunoterapia que se administra directamente en la vejiga durante un período de tiempo. Si el cáncer ya se ha extendido a las capas musculares de la pared de la vejiga, se recomienda una cistectomía (la extirpación completa de la vejiga) complementada, según el paciente, con quimioterapia. Una vez extirpada la vejiga, en ocasiones se utiliza un pequeño trozo de intestino grueso (conducto ileal) para drenar la orina de los uréteres a una abertura en la pared abdominal (estoma) para ser recogida en una bolsa adherida a la piel. Alternativamente, un segmento de intestino puede ser reordenado para formar un órgano expansible similar a la vejiga con capacidad para contener la orina (neovejiga). En algunos pacientes, la quimioterapia y la radiación son una alternativa a la extirpación de la vejiga.
Es importante realizar controles regulares después del tratamiento porque el cáncer de vejiga tiene una alta tasa de recurrencia.