La enfermedad celíaca es un trastorno autoinmune en el que la ingestión de gluten, o parte proteica que se encuentra en cereales como el trigo, el centeno, o la cebada, causa inflamación del intestino delgado interfiriendo en la absorción de nutrientes. Además, con el tiempo, la enfermedad celíaca puede conducir a otros problemas de salud, incluyendo enfermedades cardíacas, anemia y osteoporosis. Otro segmento de la población presenta una condición llamada sensibilidad al gluten no celíaca, en la que el gluten desencadena algunos de los síntomas en ausencia de la enfermedad celíaca, y de la que, por el momento, no se dispone de una base biológica bien caracterizada. Ambas afectaciones pueden ser tratadas eficazmente con una dieta libre de gluten.
Actualmente, y a pesar de la baja prevalencia tanto de la enfermedad celíaca como de la sensibilidad al gluten no celíaca, algunas encuestas de salud realizadas en los EE.UU indican que alrededor de un tercio de los estadounidenses están tratando de reducir o evitar su consumo de gluten. Esta tendencia parte de una moda iniciada en los medios de comunicación (revistas, libros, sitios de internet,…) que se sustenta en una evidencia anecdótica y circunstancial, pero han llevado a que mucha gente tenga la idea de que una dieta baja en gluten es especialmente saludable.
Un estudio realizado desde el ‘Columbia University Medical Center’ analiza la cuestión de forma rigurosa a partir de los dados de 64 714 mujeres (cohorte ‘Nurses Health Study’) y 45 303 (cohorte ‘Health Professionals Follow-up Study’), sin antecedentes coronarios y libres de enfermedad celiaca, inscritos en estudios de seguimiento de resultados de salud a largo plazo. Los investigadores contaron con los informes, recogidos entre 1986 y 2010, de los cuestionarios detallados de dieta y hábitos alimentarios que los participantes cumplimentan cada cuatro años. Los participantes fueron divididos en cinco niveles de consumo estimado de gluten. La investigación evaluó concretamente los efectos de una dieta baja en gluten sobre la salud cardíaca.
Del análisis realizado se desprende que no existe asociación entre la ingesta de gluten y el riesgo de enfermedad coronaria, definida como ataques al corazón fatales o no mortales. Incluso cuando se compararon los datos de los individuos en el grupo de menor consumo de gluten, con los que consumían cantidades mayores, las tasas halladas de enfermedad cardíaca fueron similares. En contraste, la evitación del consumo de gluten puede resultar en la reducción del consumo de cereales de grano entero (integrales o no refinados) ricos en fibra que están asociados con un menor riesgo cardiovascular.
El grupo de trabajo planea futuros estudios para observar, en este caso, el efecto de la ingesta de gluten sobre otros resultados de salud, incluyendo preferentemente el cáncer y las enfermedades autoinmunes.