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La creatina es una substancia proteica fisiológicamente presente en el organismo humano, esencialmente en los músculos esqueléticos. La creatina tiene un papel esencial en la cadena energética. Una parte es aportada por la alimentación, pero la síntesis endógena de creatina se ajusta según la disponibilidad alimentaria. No se ha descrito ninguna carencia en creatina excepto en casos muy raros de anomalías de síntesis de origen genético. En estudios experimentales, el suplemento oral de creatina a dosis suprafisiológicas provoca un aumento de peso corporal de 3% y un aumento de la masa muscular de 10%, especialmente por retención de agua intramuscular. La creatina oral mejora algunos resultados deportivos, pero sólo en caso de esfuerzos de corta duración (menos de 30 segundos). Estos resultados favorables, pero limitados e inconstantes, se han constatado esencialmente en deportistas adultos masculinos de mediana edad; no se han observado en estudios concernientes a mujeres ni a personas mayores. La creatina no aumenta la resistencia ni permite una mejor recuperación después del esfuerzo. Algunos efectos adversos de la creatina son menores pero pueden ocasionar molestias a los deportistas (calambres musculares, trastornos digestivos, aumento de peso); otros son más graves pero no tan bien establecidos. En caso de uso prolongado no pueden excluirse eventuales riesgos de hipertensión arterial, de perturbación de la función renal y de cáncer (modelos experimentales han mostrado que la creatina en exceso puede formar metabolitos cancerígenos, pero ningún dato clínico permite confirmar estos datos, hasta la fecha). Además, los consumidores de estos productos están expuestos a riesgos imprevisibles a causa de la falta de garantía de calidad de los productos comercializados con el nombre de creatina: adición de otras substancias, contaminación química o biológica.