Aunque no constituyan una patología que ponga en juego el pronóstico vital, los trastornos de la menopausia no dejan de requerir un tratamiento a causa del gran sufrimiento psíquico de las pacientes afectadas. La hormonoterapia de substitución no está exenta de riesgos y actualmente no debe ser prescrita más que a corto plazo y tras una determinación estricta de su indicación.
Los principios activos vegetales que ejercen una acción estrogénica podrían constituir una alternativa. Desde hace mucho tiempo se suponía que existía una relación entre el consumo elevado de soja y la ausencia de trastornos de la menopausia en las mujeres asiáticas. La soja y el trébol violeta son las fuentes más ricas de genisteína y de daidzeína, dos isoflavonas que, tanto in vitro como en experimentación animal, han dado pruebas de una eficacia similar a la de los estrógenos y por esta razón pueden ser calificadas de fitoestrógenos. Además, actualmente se encuentran en el mercado medicamentos a base de extracto de actea de racimos negros (Cimicifuga racemosa).
Un tratamiento alternativo a una hormonoterapia de substitución, en caso de carencia de estrógenos postmenopáusica, debería tener influencia sobre el metabolismo óseo, sobre los efectos inducidos vía el SNC, sobre el epitelio vaginal, el aparato cardiovascular y el aparato génitourinario, sin provocar los efectos adversos del estradiol en el endometrio o los senos.
El efecto osteoprotector de las isoflavonas y de los extractos de Cimicifuga racemosa aún tiene que demostrarse. Por el contrario, la base de datos parece proporcionar indicaciones contradictorias en el cáncer de mama. Sobre los trastornos de la menopausia, un estudio controlado contra placebo ha permitido observar una regresión significativa de dichos trastornos al cabo de 8 a 12 semanas de tratamiento con un extracto de Cimicifuga.
