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El tratamiento de las heridas preconizado en el estado actual de los conocimientos implica el procedimiento siguiente: - Dejar secar las llagas es un método anticuado. Ahora se aplica el principio del tratamiento húmedo de las llagas. Un medio cálido y húmedo favorece la curación. Se ha disipado el temor de aumentar los riesgos de infección. - Las materias secas absorbentes (polvos, compresas de algodón, por ejemplo) son obsoletas. Vale más utilizar vendajes hidroactivos y piel artificial bioactiva. - Los antibióticos y los antisépticos locales cada vez más tienen que sustituirse por vendajes hidroactivos. Ya no hay que recurrir a los clásicos para el tratamiento de las heridas que son la mercromina (MERCUROCHROMO), las soluciones de colorantes de trifenilamina (violeta de genciana, violeta de metilo, verde brillante), el lactato de etacridina, el iodoformo y el agua oxigenada. La mercromina es fuertemente tóxica para las células y su acción es únicamente bacteriostática. En caso de aplicarse sobre superficies extensas, son posibles lesiones renales por absorción de mercurio. Las soluciones de colorantes también son tóxicas para las células y, además, la coloración intensiva obstaculiza la observación de la cicatrización. El lactato de etacridina y el iodoformo pueden retrasar la cicatrización y producir reacciones alérgicas. La solución de agua oxigenada al 3% es escindida en la herida en agua y en oxígeno por una enzima - la catalasa - y el oxígeno liberado disuelve mecánicamente suciedad y residuos. La acción antiséptica es mínima. Se puede obtener el mismo efecto limpiando con una solución fisiológica salina. Conviene consultar al médico en caso de las heridas siguientes: mordeduras o arañazos de animales o de humanos; heridas por contusión o por desgarro; heridas en el ojo, en la oreja, en el cráneo, así como en las regiones anal y genital; laceraciones profundas (sobre todo en el rostro); riesgo de tétanos; quemaduras de tercer y cuarto grado; signos de infección y llagas crónicas.