La tos ferina es una es una infección del sistema respiratorio originada por la bacteria Bordetella pertussis que generalmente causa síntomas similares al resfriado, seguidos por episodios de tos que puede persistir durante semanas. En los bebés, puede conducir a problemas respiratorios peligrosos, infección pulmonar o convulsiones. La mitad de bebés menores de 1 año que desarrollan la enfermedad terminan en el hospital.
Hace mucho tiempo que se dispone de vacuna contra el agente pertussis, pero la vacuna tradicional DTwP de células completas se asoció con determinados efectos adversos (como fiebre alta y convulsiones, y posibilidad de efectos neurológicos), lo que condujo a que durante la década de 1990 se dejara de utilizar la vieja fórmula en favor de una nueva vacuna acelular, la vacuna DTaP, que protegía además contra la difteria y el tétanos. A partir de entonces y de forma rutinaria la vacuna DTaP se aplica en 5 dosis: a los 2, 4 y 6 meses, entre los 12 y 18 meses, y cuando los niños tienen entre 4 y 6 años. Pero a pesar de los altos niveles de cobertura de vacunación, los EE.UU. y otros países experimentaron un aumento de casos de tos ferina en los años que siguieron al cambio de vacuna, y en 2006, se recomendó una dosis adicional de refuerzo con la vacuna acelular contra la tosferina Tdap para que fuera aplicada de forma universal antes de la entrada a la adolescencia, sobre los 11-12 años. Aun así, entre 2006 y 2015, más de 1.200 niños y adolescentes fueron diagnosticados de tos ferina en el estado de California, la mayoría de los cuales contrajeron la enfermedad durante las dos epidemias que ocurrieron en ese estado en 2010 y 2014. De hecho, y según datos del Centro para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos, en 2012, se registraron más de 48.000 casos en todo el país, el número más alto desde 1955.
Un nuevo estudio realizado por el "Kaiser Permanente's Vaccine Study Center" exploró la eficacia de la vacuna Tdap (refuerzo) entre los adolescentes que habían sido vacunados con anterioridad con la vacuna DTap (infancia), ambas con formulación acelular. La investigación encontró que, a pesar de que la cobertura de la vacuna Tdap era de más del 90 por ciento entre los adolescentes, esta población (14-16 años) fue la que presentó mayor incidencia de tos ferina respecto de cualquier otro grupo de edad en el brote de 2014. La vacunación de rutina en las edades de 11 a 12 años no impidió la epidemia. Tras su análisis, los investigadores estiman que la vacuna Tdap presenta una eficacia moderada, de alrededor de un 69 por ciento de efectividad, en el primer año tras su aplicación pero que este efecto se va desvaneciendo con el tiempo hasta llegar a sólo un 9% de eficacia a los 4 años.
Las vacunas actuales contra la tosferina no son suficientes para prevenir epidemias, y ante estos resultados los expertos sugieren que, mientras se espera al desarrollo de nuevas vacunas que proporcionen una protección más duradera contra la tos ferina, deben considerarse estrategias alternativas de vacunación como por ejemplo, y dado que las vacunas actuales sí proporcionan un nivel de protección aceptable a corto plazo, dejar de dar de forma rutinaria la vacuna de refuerzo en la preadolescencia y reservarla para que pueda ser administrada ante la inminencia de un brote. También consideran esencial que las mujeres embarazadas reciban una dosis de refuerzo Tdap durante cada embarazo, de manera que los bebés nazcan ya con algunos anticuerpos contra la tosferina aportados por del sistema inmunológico de la madre.